La Educación
Chilena
por Carla Allendes
Año a año estudiantes universitarios y secundarios se movilizan en pos de mejoras al sistema educacional, manifestaciones que tuvieron el 2011 uno de sus más álgidos momentos. Fin al lucro, al endeudamiento, educación de calidad pública y gratuita fueron las demandas más escuchadas.
Si bien estas demandas no son nuevas, tampoco son
eternas y es que antes las universidades chilenas eran universidades estatales
que no solo implica que gran parte de su financiamiento lo asumía el estado si
no que se desarrollaban en las áreas de investigación y extensión de manera que
sirvieran a las necesidades del país, por supuesto el sistema no era perfecto
pero claramente mejor que lo que actualmente conocemos en materia de educación
superior.
¿Cuándo cambiaron las cosas?
Para respondernos esta pregunta debemos retroceder
en el tiempo al año 73, año en que comienza la dictadura militar que tuvo como
principal tarea instalar (por medio de la fuerza y el miedo) el modelo
económico/social capitalista en Chile.
Tarea que los militares cumplieron exitosamente junto a los bloques de
poder económico. Se produjo entonces una transformación profunda de la sociedad
y por ende también del modelo educacional.
De partida en la constitución de 1980 y con la ley
orgánica constitucional de enseñanza la educación deja de ser un derecho que
debe ser garantizado por el estado y pasa a ser una mercancía que se rige
entonces por las leyes de la oferta y la demanda. ¿Por qué esto es malo?
Si
la educación es como cualquier mercancía podemos compararla por ejemplo con un
zapato, existen fábricas de zapatos cuyo fin de existencia es generar ganancias,
para esto se pueden reducir los costos de producción, aumentar el precio del
zapato ya sea porque es de calidad sobresaliente o porque su valor social es
alto (como la marca del zapato). Nada impide ni regula que la cantidad de
fábricas de zapatos deben ser coherentes con la cantidad de personas disponibles
para calzar, se genera entonces sobreproducción, el precio de este producto se
va al suelo y el mercado de zapatos se satura. Según el capitalismo el
equilibrio entre la producción y el consumo de zapatos se logra espontáneamente
cuando por sobre todo el estado no interfiere en la regulación del mercado.
Exactamente lo mismo pasa con la educación cuando
para la sociedad o el estado esta se entiende como una mercancía, y es lo que
se defiende bajo el nombre de “libertad de enseñanza” , quiere decir que
cualquier persona con el capital suficiente puede levantar una institución de
educación, situación que se vislumbra más escandalosamente en la educación superior.
Debemos comprender también que esta mercancía es más compleja y valiosa ya que es percibida como LA herramienta de
“ascenso social” lo que le otorga un valor imponderable y la convierte en un
nicho económico muy atractivo de ser explotado.
Entonces si es un negocio tan provechoso es de esperar que estas
instituciones comiencen a multiplicarse exponencialmente sin ninguna
regulación, o con tibias y artificiosas regulaciones por parte del estado
(recordemos que la derecha impulsa y defiende el modelo económico capitalista y
los partidos tradicionales que se hacen llamar de izquierda agrupados en la
concertación durante los años posteriores a la dictadura no hicieron más que
mantener este modelo y profundizarlo) que no buscan transformar profundamente
este viciado sistema educacional y más aún, lo siguen manteniendo.
Como la historia del zapato entonces es de esperar
que el mercado de las instituciones de educación sature el mercado laboral de
profesionales de todas las áreas y al igual que el zapato existen variedades
con distintas características según el grupo de consumidor, pero en el caso del
mercado educacional se da algo paradójico, y que subyace a la falacia de la
“igualdad de oportunidades” que nos indica que si naciste pobre y no tienes los
recursos para costear tu educación superior existe un amplio sistema crediticio
que te permitirá acceder a esta y que más aún , si no tuviste los recursos
para prepararte en un buen colegio o en
un preuniversitario puedes estudiar en instituciones en las que no se te
exigirá puntaje en la PSU, es de esta forma en la que la cobertura en educación
superior ha aumentado tanto en los últimos 30 años.
Por qué esto es una falacia?, porque si bien
existe el acceso al crédito que te permitiría costear tus estudios superiores
esto sigue aumentando la brecha de la desigualdad pues luego de egresar cargas
con una deuda que puede duplicar y hasta triplicar lo que costó tu carrera
originalmente versus el estudiante que pudo pagar de inmediato y podrá
aprovechar su sueldo en mejorar su calidad de vida, acceder a una vivienda,
continuar sus estudios ,etc. Y no en pagar durante años una inmensa deuda. También es una falacia ya que no es lo mismo
estudiar en una universidad que en otra o estudiar en un CFT que en un
instituto en términos de la calidad de la formación que se recibe y de nuevo
vemos que el estudiante pobre es quién se ve más desfavorecido nuevamente pues tiene
acceso principalmente a instituciones de dudosa reputación. Esto debido a que
para ingresar a las universidades de elite existe un rígido y estrecho tamiz,
dado por la PSU, que solo logran atravesar los estudiantes más favorecidos, es
decir aquellos estudiantes que además de haber podido asistir a mejores
colegios contaban con el apoyo de padres profesionales , tuvieron acceso a
mejor material y herramientas de estudio y crecieron en un ambiente que les
permitió desarrollar más ampliamente sus conocimientos y habilidades. Es así
como existen instituciones para ricos e instituciones para pobres en las que claramente el conocimiento al que
se accede no es el mismo y se generan profesionales de primera y segunda
categoría, que a su vez no estarán en igualdad de condiciones para competir en
el mercado laboral.
Otro vicio que debe subvertirse de este modelo
educacional de mercado es que no puede delegarse la responsabilidad de educar a
cualquier nivel a una institución cuyo fin último sea enriquecerse, no se puede
confiar en quién tenga detrás el interés de acumular riqueza lucrando con la
educación, es absurdo confiar en un director,sostenedor o dueño de una
institución que busca enriquecerse con esta pues esa será su primera prioridad
y bajo esa lógica nadie es garante de que los excedentes generados se
reinviertan en mejoras que vayan en beneficio de los estudiantes. El fin al lucro es una demanda que en lo
discursivo ha ido ganando fuerza a nivel social, pero no la suficiente como
para generar cambios reales y efectivos en este sentido. Es principalmente esta
una de las características del modelo educacional chileno que ha pervertido y
precarizado tanto la educación de varias generaciones y lo seguirá haciendo
hasta que no se genere una transformación real y profunda.
Indiscutiblemente hay temas que aun son complejos
o difusos como ¿qué es calidad?, ¿cómo se determina? , ¿debe ser el acceso a la
educación superior irrestricto o debe existir algún tipo de filtro? Lo que si
es seguro es que no podemos confiar estas determinaciones en quienes han hecho
del sistema educacional chileno lo que es hoy y se debe tener como premisa que
este debe ser un aporte en la construcción
de una sociedad más justa e igualitaria, una nueva educación es un proyecto que
debemos asumir activamente como pueblo organizado y cuyas bases deben ser la
solidaridad y la racionalidad, el conocimiento generado debe ser utilizado y
transmitido en pos de esta nueva sociedad.
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