miércoles, 18 de enero de 2012

La Salud en Chile

En una sociedad donde cerca del 70% de la población tiene FONASA, alrededor del 15% ISAPRE y el resto pertenece al sistema de salud de la Defensa o Carabineros, o simplemente no cuenta con previsión de salud, la lucha por una salud pública digna, de calidad y para todos no es menor.

La salud como un derecho
La salud se entiende como el completo estado de bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de patologías. Dado lo anterior, se hace relevante el reconocer la salud como un derecho universal, necesario para el correcto desarrollo de todos los integrantes de la sociedad y para el surgimiento, organización y empoderamiento colectivo que ayude a terminar con las inequidades e injusticias que existen hoy en Chile.


¿Cómo es el sistema de salud en el cual nos atendemos?
El sistema de Salud chileno ha sufrido grandes modificaciones desde hace más de dos siglos. Hasta la segunda mitad del siglo XX la salud, carente de grandes tecnologías e infraestructura, avanzaba con financiamiento estatal hacia políticas y servicios públicos. Durante la dictadura militar estos fondos fueron reduciéndose, apareció el sistema privado, FONASA e ISAPRES; de vuelta a la democracia la privatización se agudiza cada día mas, aparece el AUGE (actual GES), y unos pocos se enriquecen a costa de la mala salud de muchos
El sistema actual de salud discrimina según el ingreso de cada familia: la gente con mayores ingresos puede acceder a una salud de alta calidad, mientras que aquellos con menores ingresos tienen una salud deficiente.
El sistema de salud chileno, de tipo mixto (coexisten el sector público y el sector privado), no parece preocuparse por el sistema público de atención, que es donde se atiende el grueso de la población.
Dividido en 27 servicios de salud a lo largo de Chile, y con tres niveles de atención (primaria o consultorios, secundaria o atención especializada, y terciaria u hospitales) en todos los niveles de atención pública podemos encontrar como patrones comunes largas filas, prolongados tiempos de espera, hospitalizados en camillas, pasillos y sillas, falta de profesionales de salud, imposibilidad de acceso a algunos medicamentos o exámenes, entre otros.
Las diferencias de atención según posibilidad de pago, el aparente desabastecimiento de medicamentos y otros problemas ponen en la balanza el beneficio social versus la capacidad financiera de grupo familiar.

Y nuestra Facultad, ¿qué hace?
El rol de la Facultad de Medicina sobre la salud pública, brindada en los servicios de salud del país, parece ser un misterio para los estudiantes, quienes explotados por el estudio no somos capaces de levantar las cabezas y ver en nuestros campos clínicos las injusticias y falta de dignidad con que se atiende a los pacientes en el sistema público de salud. Debemos recordar, rescatar y trabajar por el desarrollo de la Escuela de Salud Pública de nuestra facultad, la cual tiene como misión contribuir a mejorar la salud de la población en el ámbito nacional e internacional, mediante la búsqueda de la excelencia en la investigación, formación de recursos humanos, extensión y asistencia técnica”. Pero esta misión no se está llevando a cabo de manera que beneficie a la sociedad completa: nuestro rol ha sido funcional al sistema privatizador, alejando el conocimiento y manejo de la salud de la gran mayoría de familias chilenas, trabajadoras y merecedoras de una Salud digna

Es hora de hacerse cargo de lo que hemos creados en la historia como nuestra importante participación en el SNS, el código sanitario, la creación de la armónica relación docente asistencial, la generación de conocimientos en el manejo de la salud: ser los impulsores de una nueva visión de salud, que responda las necesidades de quien la necesite, y no sólo las de quienes puedan pagarla.

El caso del J

El Hospital Clínico de la Universidad de Chile (ex JJ Aguirre) entra en el mercado de la salud en el año 1994, luego de terminar un convenio que tenía con el Estado, según el cual este último le financiaba las prestaciones derivadas de servicios estatales, pero era insuficiente para financiar el Hospital. Actualmente recibe un 3% de aporte estatal, en la práctica funciona como una clínica privada, donde se pueden atender sólo aquellos que tengan ingresos suficientes para costear las atenciones de salud, hospitalizaciones y procedimientos que allí se realizan, a pesar del enorme déficit de atenciones de salud y camas hospitalarias del Servicio de Salud Metropolitana Norte.



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